domingo, 13 de marzo de 2011

El "Castilla" en África, campaña de 1859-60.

La Guerra de África de 1859-60 había comenzado, con la declaración de guerra a Marruecos, en 22 de octubre de 1859. El Regimiento de Infantería "Castilla" tomó parte en la campaña con sus dos batallones, entrando en combate en casi todos los enfrentamientos habidos:

Ya ocupada la ciudad de Tetuán, 6 febrero de 1860, las fuerzas españolas se preparan para continuar el avance en dirección a Tánger. El Regimiento de Infantería "Castilla" forma parte de la Brigada mandada por el general Paredes del II Cuerpo de Ejército mandado, en aquellas fechas, por el general Prim.

Se cumplen pues 151 años de aquellos combates.

Día 11 de marzo de 1860: Acciones de Samsa y Sierra Bermeja.

Comienzan a desplegarse en las alturas que dominan Tetuán, en torno a la aldea de Samsa, gran número de fuerzas enemigas. El intento de alejarlas de la ciudad se convierte en un combate en toda regla marcado por lo accidentado del terreno y la feroz resistencia de los marroquíes. El parte oficial las describe así:

...ESTADO MAYOR GENERAL.- Excmo. Sr.: Me hallaba oyendo misa antes de ayer, domingo, cuando vinieron a darme parte de que en la llanura que hay en dirección a Tánger se había presentado una fuerza enemiga de 400 a 500 caballos, ...a cosa de la una comenzaron a desprenderse de la fuerza retrasada grandes grupos, dirigiéndose unos obre nuestro frente, otros a pasar el río Jelú y por último, los más crecidos, sobre nuestra derecha, en la dirección de las alturas que dominan el pueblo el pueblo de Samsa y unas posiciones que se hallan entre él y nuestro campo. Entonces, al mismo tiempo que mandé poner sobre las armas al resto del primer Cuerpo, hice avanzar el Segundo, dos escuadrones del regimiento de artillería de á caballo y la división de caballería... entre tanto esto sucedía el enemigo, que había venido oculto por la derecha del río hasta nuestra izquierda, lo atravesó e intentó envolverla...llegaron los escuadrones de artillería y los desplegué...rompieron ambos el fuego, y fue tan vivo y certero, que limpiaron el frente, retirándose el enemigo... pero manifestando marcadamente la tendencia de dirigir sus esfuerzos sobre nuestra derecha, pues especialmente de infantería aumentaba su número por aquel lado, que se prolongaba a las altas cimas de Tivel-el Dersa, o sea Sierra Bermeja.

En su consecuencia ordené al general Echagüe que...se dirigiese a aquella parte para arrojar al enemigo de las posiciones que había ocupado en el pueblo de Samsa, lo que efectuó...más como [el enemigo] podía retirarse en la dirección de los montes de Gualdrás, hice avanzar la brigada Paredes, del segundo Cuerpo, para que se interpusiese y ordené al general O’Donnell [Enrique] que con su división cubriese la izquierda, marchando por las faldas de los montes de su frente.

El movimiento se hizo con una celeridad y decisión admirable: los moros cortados en su retirada natural, y acosados por el general Echagüe, se encontraron en una situación desesperada, teniendo que trepar para salvarse una peña escarpada que parecía imposible venciesen como lo efectuaron, pero no sin dejar antes un gran numero de cadáveres causados por el fuego y la bayoneta de nuestro soldados. Empeñado ya el combate, quise arrojar al enemigo de todas las posiciones...al efecto ordené al general Orozco que con dos batallones de su división reforzase la izquierda... al general Ríos, comandante en jefe del cuerpo de reserva...tomase la parte culminante del Tivel-el Dersa... y por último, previne al general García[1], jefe de Estado Mayor General, que de mi orden se había trasladado a la derecha, que hiciese tomar las alturas de Samsa, donde el enemigo parecía querer sostenerse.

La operación se ejecutó según había ordenado y simultáneamente... el general Ríos trepó a lo más alto de la sierra y persiguió en ella a los enemigos que la ocupaban; y por último el general Paredes con su brigada, aumentada con el primer batallón de Navarra y cuatro compañías de cazadores del de Chiclana, a cuyo frente marcho mi primer ayudante de campo general Ceballos[2], sostenido por la fuerza del primer Cuerpo mandada por el general Lasaussaye[3], a cuyo frente iban los generales Echagüe y García, llegó en pocos instantes a las alturas de Samsa, que al parecer el enemigo tenía empeño en defender, y que sin embargo dejó, retirándose a los altos montes de Gualdras, posiciones que, dominándose sucesivamente, son tan fáciles para la defensa como difíciles para el ataque.

Asegurado ya el éxito en toda mi izquierda y centro, me trasladé a la derecha, adonde llegué pocos momentos después de ser ocupadas las alturas y enseguida ordené el ataque de todas las posiciones que ocupaban aún los moros, a pesar de lo avanzada que estaba la tarde.

El ataque se verificó por cuatro compañías de Chiclana y el primer batallón del regimiento de Navarra, mandadas por el coronel Lacy [4], y sostenidas a su vez por la brigada Paredes y fuerzas del primer Cuerpo a las del general Echagüe.

El enemigo fue sucesiva y prontamente arrojado de todos los puntos que ocupó , a pesar de la resistencia que en cada uno trató de oponer y al anochecer ocupé la parte más culminante de las sierras de Gualdras, distante más de legua y media de Tetuán...

Muy de noche y no llevando las tropas lo necesario para campar, dispuse que todas las fuerzas se replegasen a sus campamentos, lo que ordenaron los generales respectivos y por la derecha lo encomendé al general Echagüe, que a las once de la noche entraba en el suyo con el último batallón, sin que se le hubiese disparado un solo tiro.

Nuestra pérdida en este día ha sido de un jefe, dos oficiales y 19 individuos de tropa muertos; tres jefes, 14 oficiales y 174 individuos de tropa heridos y un jefe, siete oficiales y 174 individuos de tropa contusos...la del enemigo la considero muy grande, habiendo podido juzgarla por las circunstancias del combate y la multitud de cadáveres que en los campos quedaron a pesar de su empeño en retirarlos. Entre estos había algunos jefes importantes y hoy he sabido de un modo positivo que ayer murió de resultas de una grave herida que recibió el Cerid-El- Jac que era el que mandaba en jefe la acción. Una vez más me es satisfactorio manifestar a V. E. que generales, jefes, oficiales y soldados han cumplido con su misión respectiva a mi entera satisfacción y que todos se han hecho acreedores a la consideración de S. M. la Reina nuestra señora.

Creo deber por último manifestar a V. E. que los oficiales prusianos, barones ruso y austriaco que siguen a este cuartel general, estuvieron constantemente en los puntos más avanzados y de más riesgo, cargando con nuestras guerrillas; habiendo sido herido, aunque levemente, el barón de Jena, oficial de cazadores de la guardia del Rey de Prusia.

Dios guarde a V. E. muchos años. Cuartel general del campamento de Tetuán 12 de marzo de 1860.- Leopoldo O’Donnell. Excmo. Sr. Ministro de la Guerra.

En este día el “Castilla” tuvo tres muertos, cinco heridos y nueve contusos. Recibió las siguientes recompensas: Empleos 2; Grados 2; Cruces de María Isabel Luisa 15.

El Boletín de Administración Militar nº 158, de 15 de marzo, hace estas reflexiones:

NOTICIAS DE ÁFRICA. Nuestros pronósticos sobre el impedimento que opondría a las operaciones el temporal, propio del mes en que nos hallamos, se han realizado desgraciadamente por completo. Aparentando ceder en algunas horas, ha vuelto a arreciarse de tal modo que ni el ejército podía pensar en moverse, ni la escuadra ha podido comunicar con tierra sino en momentos dados y con grandes dificultades.

Y sin embargo, algunos hombres, algunos diarios también, han sido llevados por su impaciencia hasta llegar a la censura. Que poco han reflexionado en lo que precisa un ejército, de 30000 hombres, que va a operar en un país enemigo que nada ofrece de material de guerra y de avituallamiento. Que poco han contado lo que aparte del ganado de la Caballería y de la Artillería es preciso de bestias para conducir los repuestos de municiones. Que olvidadizos han estado de que esas mismas bestias son un estorbo, porque en un país como el África hay que llevar también el alimento para ellas; ¿ y la tropa puede marchar y batirse lo mismo azotados por el viento y el agua que con buen tiempo? ¿y los despliegues de las masas y el poner en posición las baterías, elementos que tantas ventajas nos proporcionan sobre el marroquí, se hace lo propio en un terreno seco que en otro inundado? Felizmente no es hombre el Duque de Tetuán que se arrebata por clamores irreflexivos.

Por otro lado la barbarie y ferocidad de una de las razas que pueblan aquella parte del África, y para la cual hay que convencerse que de nada sirve la caballerosidad y la grandeza, y que hay que combatirla hasta su exterminio, han venido de molde para entretener los ánimos y para aleccionar a gastar el supremo recurso con que contaba Sidi Mohamed. Su ejército, del que formaban el núcleo las kábilas de Melilla, esto es, los Riffeños, atacó el campamento de Tetuán el 11 por la mañana con fuerzas considerables. Las tropas los rechazaron, atacándolo a su vez y llevándolo, perseguido por sus bayonetas y por la Artillería, hasta legua y media. Esta vergonzosa huida debe haberle costado muy cara

Al día siguiente el enemigo ha vuelto a pedir la paz. Insistiremos en nuestras conclusiones, los que nos atacaron el día 11 eran la última esperanza del Imperio. Con ellos es imposible la paz.


[1] Mariscal de campo Luis García y Miquel.

[2] Coronel de infantería Francisco de Cevallos y Vargas.

[3] Brigadier Ricardo de Lasaussaye y Duffey, jefe de la Brigada de vanguardia del I CE.

[4] Coronel Mariano de Lacy Hernández, jefe del Regimiento “Navarra”, 1ª brigada /División 2/ II CE.

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